Tiberio, no has escuchado en tu vida ni un minuto más que yo a Juan Antonio Cebrián, aunque creo que no compartimos la misma admiración por él. Ni por lo que ha dejado, que hoy es un grupo de tuercebotas mentales flojos como ellos solos, fiel trasunto de la traslucidez mental, por inconsistente, del cerebro español medio.
Juan Antonio, que fue una cáscara de nuez, frágil por su condición, en medio de un mar de hijos de puta -el de sus compañeros de los medios-, hizo en su vida de todo menos de zorra, porque no era mujer. En los malos tiempos andaba de chatarrero de la homeopatía y de vocero de la corrección política, y, en los peores, su azul y verde alimentó a las mentes achicharradas por el clima climático. Lo recuerdo atemperando lo intemperable.
¿Qué tuvo de bueno? Coño, su paciencia, tal vez alentada por su incapacidad congénita para medrar. Qué le íbamos a hacer. Llenó las noches de narraciones de historia, de psicofonías, de ovnis, de tertulias, de personajes paródicos y de humor, en tiempos en los que era eso o escuchar por escuchar, cosa a lo que bastantes no estábamos dispuestos. Inventó -o descubrió- cantidad de felices obviedades que hoy son moneda tan legal como estúpida: el mileurismo (batallón de los veinte mil duros); contento y feliz como una lombriz (ya quisieran ser lombrices los votantes de ahora mismo); fuerza y honor (que él casi tenía, y hoy sería pincho y caña, o caña y porrito).
Luján Argüelles deshizo su sociedad con Javi Peña (la hijoputez de los medios, el parné), y la radio nos mandó a ducharnos porque salía económico. Justo en un mundo en el que nadie extiende la mano por menos de un euro y la promesa de cien, en el que todo parroquiano está a sisar del cepillo y en el que ya nadie lleva con dignidad el hacer radio sin un duro, como la que hacía el bueno de Juan Antonio, que sobrevivió mientras pudo. ¡Fuerza y Honor, compañero!
Mirando lo de los comentarios de blogger en el control del escritorio, me he encontrado con el comment de Alonso, que no sé porqué narices estaba marcado como spam. Deshecho el entuerto. Así que reedito el post para que su comentario vea la luz, como ha de ser.
Tiberio, no has escuchado en tu vida ni un minuto más que yo a Juan Antonio Cebrián, aunque creo que no compartimos la misma admiración por él. Ni por lo que ha dejado, que hoy es un grupo de tuercebotas mentales flojos como ellos solos, fiel trasunto de la traslucidez mental, por inconsistente, del cerebro español medio.
ResponderEliminarJuan Antonio, que fue una cáscara de nuez, frágil por su condición, en medio de un mar de hijos de puta -el de sus compañeros de los medios-, hizo en su vida de todo menos de zorra, porque no era mujer. En los malos tiempos andaba de chatarrero de la homeopatía y de vocero de la corrección política, y, en los peores, su azul y verde alimentó a las mentes achicharradas por el clima climático. Lo recuerdo atemperando lo intemperable.
¿Qué tuvo de bueno? Coño, su paciencia, tal vez alentada por su incapacidad congénita para medrar. Qué le íbamos a hacer. Llenó las noches de narraciones de historia, de psicofonías, de ovnis, de tertulias, de personajes paródicos y de humor, en tiempos en los que era eso o escuchar por escuchar, cosa a lo que bastantes no estábamos dispuestos. Inventó -o descubrió- cantidad de felices obviedades que hoy son moneda tan legal como estúpida: el mileurismo (batallón de los veinte mil duros); contento y feliz como una lombriz (ya quisieran ser lombrices los votantes de ahora mismo); fuerza y honor (que él casi tenía, y hoy sería pincho y caña, o caña y porrito).
Luján Argüelles deshizo su sociedad con Javi Peña (la hijoputez de los medios, el parné), y la radio nos mandó a ducharnos porque salía económico. Justo en un mundo en el que nadie extiende la mano por menos de un euro y la promesa de cien, en el que todo parroquiano está a sisar del cepillo y en el que ya nadie lleva con dignidad el hacer radio sin un duro, como la que hacía el bueno de Juan Antonio, que sobrevivió mientras pudo. ¡Fuerza y Honor, compañero!
Mirando lo de los comentarios de blogger en el control del escritorio, me he encontrado con el comment de Alonso, que no sé porqué narices estaba marcado como spam. Deshecho el entuerto.
ResponderEliminarAsí que reedito el post para que su comentario vea la luz, como ha de ser.