lunes, 1 de noviembre de 2010

María Egipcíaca.


Conocida asceta del elenco iconográfico del cristianismo que se retiró al desierto tras una vida de ejercicio del noble arte de la coyunda retribuida o prostitución (según dicen). Es venerada como patrona de las mujeres penitentes,y alguna impenitente también, muy especialmente en la Copta, pero también en las iglesias católica, ortodoxa y anglicanas.
La iglesia ortodoxa celebra su día del banquete en el día de su «descanso», el 1 de abril y en el "Domingo de Santa Maria de Egipto", el sexto domingo de la Gran Cuaresma.

María, Mari para los íntimos, nació en algún lugar de Egipto, y a los doce años, avida del saber y el conocimiento, se escapó a la ciudad de Alejandría(*) y putiferios adyacentes, donde vivió una vida disoluta, licenciosa, de quitame estos polvos, de arrabal y malevaje. Muchos escritos se refieren a ella como una prostituta durante este período, pero, en su Vita, de la mano y pluma de Sofronio, Patriarca de Jerusalén y Webmaster del site oficial de la Mari, se afirma que se negó a menudo a aceptar el dinero ofrecido por sus favores sexuales.
Fue, según la hagiografía, impulsada por
un deseo insaciable y una irrefrenable pasión, de un follar sin límite. En la misma línea, la Vita (www.Lamaryvita.es) expone que vivía principalmente de la mendicidad, trabajando en el hilado del lino (no subvencionado por la UE en aquellos días).

Después de diecisiete años dándose a la coyunda y al feliz ayuntamiento y parafilias al uso en esa época, viajó a Jerusalén para la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, simbología fálica convendremos. Emprendió, pues, el viaje como una especie de "anti-peregrinación", en la idea que encontraría entre la multitud de peregrinos más peña proclive en sus gustos de lujuria. Apañó el parné para su tour ofreciendo fornicios y entretenimientos varios a otros peregrinos, y continuó su habitual estilo de vida por un corto tiempo en Jerusalén.
Parece ser que un día cuando intentaba entrar en la Iglesia del Santo Sepulcro para la celebración, una fuerza invisible le impidió hacerlo. Escurriendo de que este extraño fenómeno era a causa de su peculiar way of life, además del subsiguiente cabreo, sintió un fuerte remordimiento y, al ver un icono de la Theotokos (la mare de Deu) fuera de la iglesia, rezó implorando perdón y prometió renunciar al mundo (es decir, convertirse en una asceta).
En una segunda intentona consigue acceder al lugar, le dió un flash mental en el que escuchó una psicofonía que le decía..., bueno, ¡a saber que le decía!.

El caso es que nuestra Mari tomó las de Villadiego, más bien, más alla del Jordán, do vergeles abundan por su ausencia y las cabras pasan apuros para su subsistencia, con la idea de retirarse del pecaminoso mundo. En su defecto, de no salir bien este negocio, cabía la posibilidad de retomar sus naturales querencias con los camelleros follacabras transeuntes por dichos pagos.

Dejamos aquí a la Mari una temporada...(unos 47 años)

...hasta que le contó su vida a San Zósimo de Palestina, que se había atopado con ella en el desierto (a saber que hacía éste por allí). Cuando topó inesperadamente con la mujer en el desierto, ésta estaba completamente desnuda y casi irreconocible como humana, como un ectoplasma, habida cuenta que tanta jornada bajo el lorenzo sin protección solar, sin poderse aplicar una mala boñiga de camello como filtro UVA, eso reseca el pellejo en demasía. Pidió a Zosimo su manto para cubrirse con él, y después le narró la historia de su vida, manifestando una maravillosa clarividencia (o insolación, vaya Vd. a saber).

El resto de Vida, Obra y Milagros, pertenece a la hagiografía oficial, que no es mi campo, ni tampoco ansío coleccionar más anatemas por parte de coptos y ortodoxos.

(*): Se sabe que no coincidió con Sánchez Dragó en Tokyo por aquel entonces.

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