miércoles, 18 de agosto de 2010

La costilla de Adán y el hueso del pene.




El bastón de punta curva que llevan los obispos recibe el mismo nombre que el hueso del pene que ayuda a los mamíferos a copular. Se llama báculo y, por razones que aún son un misterio, el ser humano no tiene uno.
El reino animal presenta un completo muestrario de báculos. El de las ballenas puede llegar a medir dos metros y el de las morsas supera los 50 centímetros. “A medida que se asciende en la escala evolutiva, el tamaño del báculo disminuye hasta degenerar en una estructura insignificante en los monos antropoides”, decía W. R. Bett en su artículo El hueso del pene en el hombre y las bestias, publicado en 1952 por el Colegio de Cirujanos de Inglaterra. Aunque pequeño en comparación a otros mamíferos, el pariente vivo más cercano del hombre, el chimpancé, tiene báculo.
Sólo unos pocos hombres han tenido este hueso. John B. fue uno de ellos. Este camarero de 49 años acudió en 1910 al Hospital Monte Sinaí de Nueva York porque le había crecido un hueso que le suponía “un obstáculo insalvable para introducir el pene en el tracto genital femenino”. Así lo constataron los doctores Gerster y Mandlebaum, quienes, tras extirpar el hueso, de unos 3,5 centímetros, describieron el caso en Annals of Surgery. Por su parte, Bett cita un caso de báculo artificial descrito en 1943. En esta ocasión, un hombre se introdujo un palillo de cóctel de 16 centímetros por la uretra que le produjo una dolorosa erección de siete días.
Las teorías sobre la ausencia de báculo en el hombre son variadas. El biólogo británico y látigo del creacionismo Richard Dawkins propone que es resultado de la presión selectiva. La hembras que seleccionan a sus parejas preferirían a una que, a pesar de no tener hueso en el pene, fuera capaz de lograr una erección, algo que denota un buen estado de salud. En 2001, dos profesores de EEUU ofrecieron una hipótesis más inquietante e improbable. En un artículo para American Journal of Medical Genetics, Scott Gilbert y Ziony Zevit especulaban que el hueso del pene podría ser en realidad la mítica costilla de Adán con la que, según la Biblia, dios creó a la mujer. Hombres y mujeres tienen el mismo número de costillas. Sin embargo, como ya dijo Bett, muy pocos varones tienen báculo. Uno de los versículos del Génesis señala que, tras la extracción de la supuesta costilla, “el señor dios cerró la carne”. Según los autores, esa es la razón de ser del rafe, la línea (ellos lo llaman costura) que recorre el pene y el escroto hasta el ano. “La herida asociada a la generación de Eva se refiere al pene de Adán y no a su costilla”, aseguraron los autores.


copy & paste de LIBRE Público.es

4 comentarios:

  1. Que interesante post, a esto les canto una cancion "que es eso? que eso? que no tiene hueso, es duro y es tieso..." (cancion de ninias que hoy comprendo)

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  2. Que bueno que no me escuchan cantar :S

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  3. No caigo, Suxys. ¿Un cactus? No, porque diría que pincha. No, no caigo.

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  4. A mí ya me ha empezado a resultar harto sospechosa esa frase de serás el báculo de mi vejez, se presta a escabrosas interpretaciones...

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