Después de haber pasado un mes en que mi novio me dejara porque se había liado con una streaper, creí que ya no podía pasarme nada peor. Pero estaba equivocada. O al menos eso creía yo.
Llevaba un año trabajando como vigilante jurado. Casi siempre lo hice en turno de noche, y casi sin protestar para no ver peligrar mi puesto de trabajo. Quizás esto fue lo que propició que él saliera de noche y nosotros acabáramos como lo hicimos.
Al principio tuve que soportar alguna que otra mofa de mis compañeros. Todos eran hombres. Había alguna mujer más trabajando en la empresa, pero eran madres y consiguieron al fin pasarse a turnos diurnos.
Aquel dia, cerca de las seis de la mañana y a punto de acabar mi turno, mi jefe de equipo me llamó. Me reuní con él y me dijo que estaba despedida. Los motivos eran básicamente por una reducción de plantilla y aprovecharon mi finalización de contrato temporal. Me sentí fatal.
Pedí poder marcharme a casa, aunque ya sólo quedaban diez minutos para acabar mi turno. Le dije a mi jefe de equipo que al día siguiente le llevaría el uniforme; cogí mi ropa y mis cosas de la taquilla y me marché sin cambiarme de ropa siquiera.
Iba conduciendo camino de mi casa y absorta, lamentándome por mi mala suerte. Ni siquiera me percaté que conducía sin las luces del coche puestas ni que en el tercer semáforo que yo tenía en mi recorrido había una patrulla de la guardia urbana.
Un agente estaba en el coche de patrulla y otro se acercó a mí en el semáforo. “Pare el motor y baje”, me dijo el agente. Y así lo hice, pensando que una multa o algo así haría que mi día aún acabase mucho peor.
Bajé del coche, y al coger mi bolso que estaba en el asiento trasero para buscar mi carnet de conducir, se me cayó la gorra. El agente puso una expresión que parecía sorpresa. Creo que, por el uniforme y por mi altura, y por la oscuridad de la noche, no se había dado cuenta hasta ese momento de que yo era una mujer.
- Señorita, no se ha dado usted cuenta de que va conduciendo con los faros apagados? ¿Es consciente de que es una infracción y que además puede poner en peligro su integridad y la de otros conductores?
- Sí, sí, lo sé…iba distraída. Por favor, póngame la multa y déjeme marcharme, tengo prisa.
Entonces el policía miró su reloj: “Las seis y cinco. Ya ha acabado mi turno. Hoy ha tenido suerte. Puede marcharse y encienda las luces”.
Y entonces no sé cómo ni por qué, me oí a mí misma preguntándole: “Agente….¿alguna vez has echado un polvo con alguien de uniforme?”
Me miró de arriba abajo, empezó a anotar algo (esta vez me multaba, fijo, por desacato o más bien descaro ante la autoridad), y me entregó una nota: “Es mi dirección, la de mi casa. Ve hacia allí. Yo voy a comisaría a dar por finalizado mi turno y en diez minutos habré llegado”.
La verdad es que podía haberme pirado de allí, pero algo morboso empezó a moverse dentro de mí y decidí ir. ¿Por qué no? Era un poli, no podía ser un psicópata. Y me vendría bien follar, llevaba ya varios días sin hacerlo.
Al cabo de quince minutos estábamos subiendo en el ascensor hacia su apartamento. Apenas cruzamos ninguna palabra. Yo no sabía lo que estaría pasando por la mente de aquel tipo pero yo sólo quería tener sexo, desahogarme, olvidarme de los problemas de mi mente dándole placer a mi cuerpo.
El poli me dijo que si nos duchábamos juntos ahorraríamos tiempo, y empezamos a desnudarnos, despacio, sin prisas pero sin pausa. Cuando me quité la chaqueta y la camisa de mi uniforme y mis pechos quedaron al descubierto, creo que tuvo su primera erección. Se sentó en la cama; quizás para quitarse las botas, quizás para disimular su excitación.
Nos metimos los dos bajo el chorro del agua caliente de la ducha. Era una situación extraña, sólo nos mirábamos. No nos tocamos, salvo algún roce por la estrechez del lugar. Al acabar, me prestó su albornoz y él se envolvió una toalla en su cintura.
Entonces empezó a besarme, suave primero, para ir aumentando en ímpetu hasta casi hacerme sangrar un labio. Me cogió de la mano, me tumbó encima de la cama y me dijo: “Confía en mí”.
Cogió un pañuelo que no sé de dónde sacó y me vendó los ojos. Aquello empezaba a prometer aunque reconozco que me asusté bastante cuando cogió sus esposas y me las puso en las muñecas, ligándome al cabecero de la cama.
Siguió besándome, y luego pasó a besar y a chupar mi cuello. Lo hacía con maestría, tanto que sólo con eso empezé ya a sentirme húmeda. Quería que me follara ya, pero no iba a decírselo, iba a dejarle actuar.
Pasó después a acariciar mis tetas y pellizcar mis pezones, que endurecieron inmediatamente. Y luego los chupó, los succionó….empezé a sentir los primeros fogonazos de placer. Él estaba recostado en mí, con una de sus piernas entre las mías. Apenas podía moverme, pero empecé a mover las caderas, a restregar mi coño ya chorreante sobre su muslo…..pero yo necesitaba aún más, mucho más.
Entonces se levantó. Pensé que iba a buscar un condón y me sentí algo defraudada pues aquello no había hecho más que comenzar. Sentí entonces algo húmedo y caliente en mi cara, rozando mis ojos vendados, mis mejillas, mis labios….y abrí la boca. Él me metió la polla dentro. Era suave y, por lo que ocupaba en mi boca, de gran tamaño.
Empecé a chuparle muy despacio primero su capullo, y a saborear su sexo agridulce. Le pedí que me desatara; las mamadas se me daban mejor si me ayudaba por las manos. Pero él me dijo que no, que aún no había llegado el momento. Y seguí chupando su polla, por todos los lados, de arriba a abajo, mientras él se encargaba de meterla y sacarla de mi boca a la vez que gemía de placer. Creía que iba a correrse en mi boca, algo para lo que no estaba segura de estar preparada. Pero me equivoqué. Cuando parecía que él iba a estallar, sacó su enorme y gustosa polla de mi boca y sentí que se movia en la cama, hacia abajo.
Separó mis piernas y empezó a masajear mi clítoris. Por las sensaciones, creo que lo masajeaba circularmente con el dedo pulgar mientras metía los dedos índice y corazón en mi vagina, todo acompasado de tal manera que me estaba volviendo loca de placer. Empecé a sentir deseos de correrme, no podía aguantar más y entonces él sacó sus dedos y empezó a trabajar todo mi coño con su lengua. Lo lamía, lo chupaba, lo succionaba…..yo me retorcía de placer, hasta el punto de que las esposas empezaron a hacerme daño en las muñecas. Pero ¿qué importaba? Todas mis sensaciones, el centro de mi universo, estaban ahora concentrados en mi coño y en aquella lengua desconocida.
Siguió trabajando todo mi coño con su lengua, mi clítoris empezaba a sentir dolor placentero, y volvió a introducirme dos dedos, que entraba y sacaba con una maestría increíble. Al final estallé, me corrí, en su boca…..creo que grité de placer a pesar de que nunca he sido excesivamente ruidosa en estos menesteres, pero tampoco nunca me lo habían comido de aquella manera.
Se levantó de la cama, fue a buscar la llave de las esposas y me liberó. Yo me quité el pañuelo de los ojos. Él seguía tremendamente excitado. Con brusquedad pero sin hacerme daño, casi como si yo fuese un muñeco de trapo, me colocó boca abajo, y a cuatro patas.
Aunque sabía lo que venía a continuación, eso no evitó que yo gritase entre dolor y placer cuando metió toda su polla en mi culo. La dejó quieta unos instantes, como si estuviese acoplándose a mi espacio. Y entonces empezó a follarme; primero eran embestidas más o menos controladas, mientras cogía con las manos mis tetas y acariciaba mis pezones.
Poco a poco las embestidas fueron mayores, tanto que soltó mis pechos y sujetó mis caderas para seguir metiéndomela con toda su fuerza. Me sujeté con una mano al cabecero de la cama, mientras que con la otra empezé a masturbarme. Quería más, mucho más.
Él siguió metiendo y sacando su polla de mi culo, cada vez más dado de sí, y yo seguía restregando y magreando mi ya calenturiento clítoris. Y entonces fue él quien gritó, mientras me llenaba todo el culo de su semen…..creía que me lo iba a romper pero fue una sensación maravillosa, excitante.
Estuvimos unos minutos tumbados en la cama, recuperando el aliento. Me sentía llena pero sabía que volvería a por más. Le dije que volveríamos a vernos. Y antes de vestirme, me dio un beso dulce, cálido, suave en todo el coño y me dijo: “Conduce con cuidado”.
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belkis: has conseguido excitarme !!!!!!! jder, que ganas de un polvete con alguien de uniforme, suerte que lo tngo en casa !!!!
ResponderEliminarsi me animo algun dia, tmb envio alguno, jejeje.
ricitos:
ResponderEliminar¿Qué es lo que tienes en casa el alguén o el uniforme?
Nuestra querida belkis dice que no se le da bien este tipo de literatura...
jajaja, Tiberio,creo que haré un comentario más coherente cuando se me pase el ataque de la risa que tengo ahora mismo. ¿Sabes qué? una parte de mí me decía que no te atreverías a publicarlo, jajaja, y ahí está.
ResponderEliminarSigo pensando que no sirvo para eso, aunque si ricitos ha logrado excitarse un pelín, igual es que sí. O igual es que no, jajaja.
En fin, aunque sea sólo por las risas, mil gracias.
belkis:
ResponderEliminarMujer de poca fe...
lo iba a publicar para la noche pero se me escapó un dedo ene el teclado, asin que ansi.
Es bueno el relato...jodía.
Belkis:
ResponderEliminarLas cosas caen por su porpio peso y este relato muestra que se te da bien, más que bien diría yo. En serio, es muy bueno ;)
María:
ResponderEliminarPues a ver si te vemos emulando a belkis. (¡Que cabroncete soy!), je,je,je y je.
belkis: si, me ha excitado el relato y eso que tngo una imaginacion... tremenda!!!
ResponderEliminartiberio: tngo anmbas cosas en casa XD.
Jajajajaja! Yo soy mas de delirios. Hace tiempo describía personas a mi estilo like this http://al-bano-maria.blogspot.com/2009/10/delirios-1-parte.html
ResponderEliminarNo se yo si el erotismo es mi campo, no obstante quien sabe algún día igual pruebo xD
Juer, he terminado la lectura con un empalme considerable.
ResponderEliminarA mí todo esto de las esposas me ha puesto burra. Aunque en cierto modo el relato de Belkis [que me ha gustado] me hace pensar que mis propias fantasías son un poco... ¿cómo lo diría? Fuera de lo común.
ResponderEliminarNana, ñam ñam, slurps, gronf gronf. ¿Para cuándo la aportación de, cómo lo diría, algo fuera de lo común?
ResponderEliminarPues ya te digo Alonso, para cuando tenga tiempo e interné fiables. Os propongo una epopeya con romano y esclava díscola incluidos. ¿Qué tal?
ResponderEliminarTú da caña, Nana, que no sabemos cuánto tiempo vamos a tener libertad de expresión en internet. Date al completo, es decir, totalmente fuera de lo común. Como los sistemas democráticos avancen, estar fuera de lo común va a ser penado con lobotomías varias. Al tiempo y date maña. Besos, pedorra (por lo de los pedos).
ResponderEliminarqueridos todos y todas,
ResponderEliminarEl relato me ha encantado, es mi fantasia mas recurrente y la que pido mas a mis amantes, que me aten y me sodomicen,
La sumisión controlada es una maravilla que toda mujer ha de probar alguna vez,sentirnos dominadas y pervertidas nos excita muchísimo.
Por no hablar del sexo con alguien desconocido,Felicidades por tu relato.un besazo.
Jane Austen:
ResponderEliminar"La sumisión controlada es una maravilla que toda mujer ha de probar alguna vez,sentirnos dominadas y pervertidas nos excita muchísimo."
Sí, y sobre todo despues, cuando en lugar de echar el cigarrito nos espetaís: recoge la mesa y lava los platos y, luego, a lo mejor...
...cae otro.
Compruebo que el asunto de la sodomización va ganando aceptación entre las mujeres, va cayendo el último baluarte virginal.
Como todo lo que escribes, belkis, no defrauda las expectativas. Y es que, ahora hablo como hombre, una mujer de uniforme -sobre todo si es de autoridad- saca lo más rebelde de nosotros, no pudiendo ni queriendo resistirnos a quitarle el uniforme a la agente en cuestión.
ResponderEliminarDel estilo, nada que decir, el propio del género. Y del relato, que es bueno. Pero la moraleja, "conduce con cuidado", como que no va a haber nadie que le haga caso después de leerte.
Por cierto, que si aún tienes el uniforme...
nolaaxe.....llegaste hasta aquí! Y casi no me había percatado. Espero que eches un vistazo y si te gusta te quedes aquí, leyendo de tanto en tanto a estos dos genios (tiberio y alonso).
ResponderEliminarSi es una proposición, voy y me hago con un uniforme ahora mismo...jajaja, aunque sea para que me dure poco tiempo puesto.
Un abrazo.